De cada día más, consumo literatura culinaria con los ojos. No lo puedo evitar, unas buenas fotos me seducen. Es como si hablaran por si solas: “una pizquita de sal Maldon”, “pasar por el mortero”… Pero lo curioso es que, al igual que el cine, suelen ser una “gran mentira”. No hablo de las imágenes…