Cuando visito el supermercado ruso, me quedo fascinada por la cantidad y variedad de verduras y hortalizas en conserva que tienen.
La última vez no pude resistir comprar unas calabacitas –pastissons pone en el bote- encurtidas con semillas de eneldo y alguna rodaja de zanahoria. Reconozco que la primera impresión al probarlas no fue convincente -aún no sé por qué-, pero ahora las disfruto acompañando mis lentejas o sopitas sobre todo a falta de las aceitunas gordal rellenas de guindilla, que sólo pueden ser de Rosselló.
Este es otro misterio sin resolver, pues he probado otras marcas y el resultado nunca es el mismo, ya que la textura y el sabor de la guindilla no tiene nada que ver con la de la marca de encurtidos mallorquina.
4 patatas pequeñas
50g de caballa ahumada
1 calabacita encurtida
¼ de cebolla pequeña
4 cucharadas de queso batido
2 cucharaditas de huevas de capelán
Lavamos bien las patatas (sin pelar) y las hervimos con un hilito de aceite de oliva. No conviene cocerlas a fuego demasiado vivo para que no se nos agrieten. Las dejamos templar.
Picamos bien fina la cebolla y la ponemos en remojo.
Cortamos menuda la calabacita y la introducimos en un cuenco. Retiramos las espinas y la piel de la caballa, la troceamos antes de unirlo a la calabacita (que podría ser sustituida por pepinillos en vinagre o por alcaparras).
Enjuagamos bien la cebolla picada y escurrimos muy, pero que muy bien, antes de añadirlo al resto de ingredientes del bol.
Con la ayuda de la punta de un cuchillo, y siguiendo la forma de la patata, hacemos una pequeña cavidad, más o menos como si retiráramos una cucharadita de patata. No se trata de vaciarla, sino sólo de quitarle “la tapa de los sesos”.
Retiramos la piel del trocito de patata que hemos obtenido y, aplastada, la añadimos al resto de componentes de nuestro relleno.
Por último, aderezamos con el queso batido. Teniendo en cuenta que el pescado y las huevas son saladitas y que la calabacita tiene un toque de vinagre, sería suficiente.
Rellenamos –más bien coronamos- cada patata de forma bien generosa y rematamos con las huevas de capelán.