No soy fan de las granadas y, al igual que me pasa con las fresas, es tremendamente frustrante para mí el tener ante mis ojos algo que me grita «cómeme» por su color y forma turgente, pero que, en boca, me provoca escalofrío y rechazo: por su acidez, por su textura…
El caso es que, cuando llega la temporada de las granadas, disfruto cuando las veo colgadas en el árbol, con su variedad de tonalidades que van desde los amarillos anaranjados al más puro grana, así como la coronita que luce.
Si he de ser sincera, no las había probado desde hace más de diez años, y el recuerdo que tenía era el de un fruto con la textura del maíz, pero con incómoda semilla y tremendamente ácida, de ahí mi poco interés en repetir experiencia.
Este año he decidido darles otra oportunidad, utilizándolas para cocinar. Eso sí, probé algún grano en crudo que, si bien en textura reafirmó mi recuerdo, no el sabor, que resultó más dulce.
4 codornices
2 granadas pequeñas
90g de carne picada, mitad ternera mitad cerdo
2 cebollas pequeñas
1 tomate de pera
½ cucharada de manteca
2 cucharaditas de albahaca
2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
1 ajo
1 pizquita de canela
1 pizquita de nuez moscada
1 pizquita de pimienta negra
Sal al gusto
Condimentamos la carne picada.
Machacamos el ajo con un prensajos -o en el mortero- y se lo añadimos a la carne picada, junto con la albahaca, sal y la manteca. Mezclamos concienzudamente.
De dos de las codornices sólo utilizaremos la carne, así que podemos deshuesarlas sin mucho miramiento (para esta receta he reservado dos contramuslos, pero más bien para decorar). Las otras dos las partimos a lo largo por la parte del lomo de la codorniz y comenzamos a deshuesar deslizando la hoja del cuchillo a ras de hueso, con cuidado para no rasgar la piel, pues la utilizaremos de envoltorio.
Introducimos los huesos en una cazuela con dos tazas de agua y una pizca de sal, tapamos y ponemos a hervir para conseguir caldo -una media hora-.
Rellenamos la codorniz
Ponemos sobre la tabla la codorniz bien estirada con la piel hacia abajo. Repartimos la mitad de la carne picada sobre las mollas de la codorniz. Colocamos las pechuguitas y la carne de los muslos de otra de las codornices sobre el relleno. Estiramos la piel formando un paquetito, superponiendo un lado sobre el otro y cerraremos enhebrando con unos palillos. Repetimos la operación con la otra pieza.
El guiso
Picamos la cebolla fina.
Ponemos a calentar una cazuela con dos cucharadas de aceite de oliva. Cuando esté bien caliente introducimos las codornices rellenas y las doramos (unos 10 minutos). Las sacamos y reservamos.
Tiramos la cebolla y rehogamos.
Pelamos y cortamos el tomate y lo añadimos a la cebolla para hacer un sofrito.
Sin olvidarnos remover de cuando en cuando el sofrito, partimos por la mitad las granadas y, con la ayuda de una cuchara de madera, las golpeamos por fuera. Es un método muy cómodo para desgranarlas -mejor utilizar un recipiente de paredes altas, porque salen disparadas-.
Para entonces, el sofrito ya estará pochado y podremos agregar la granada y una taza del caldo resultante de los hervir los huesos.
Mezclamos todo bien, ponemos sal al gusto, la punta de canela, nuez moscada y pimienta y, por último, añadimos las codornices con el juguito que puedan haber soltado.
Tapamos la cazuela y dejamos cocer por unos 15 minutos a fuego moderado.
Extraemos las codornices y pasamos por la batidora de brazo la salsa. Si no queremos encontrarnos con las semillas de la granada, mejor colarla.
La volvemos a introducir en la cazuela junto con las codornices, tapamos y dejamos a fuego lento otros 15 minutos.
Hola,pues con lo que me gustan ambas cosas nunca las he comido juntas,la receta se ve esectacular y las fotos ni te cuento.Buen trabajo y gracias por compartirlo.Un besote