Me gusta comer fuera, pero no a cualquier precio o cualquier cosa. No me compensa el ahorro de trabajo si al cambio obtengo platos dudosos o mediocres… prefiero acostarme un poco más tarde e ir cargada con mi fiambrera de aquí para allá.
Eso me recuerda aquel día en que tenía para comer calabacines rellenos -un plato que preparo a menudo con las mollas de las carcasas y de la gallina, así como los menudillos que utilizo para hacer el caldo– y realmente no me apetecía. Cuando una compañera, que tenía un bocadillo de queso como toda comida, vio mis calabacines exclamó “¡qué suerte!” y se sorprendió cuando le respondí que se lo cambiaba… Ella estaba feliz por dejar de comer de bocadillo por un día, y yo encantada de comerme un bocata, aunque pueda parecer raro.

2 calabacines medianos
Sal
Cortamos por la mitad y a lo largo los calabacines. Los ponemos en un escurridor boca arriba con sal y los dejamos que suelten su agua –así evitamos que amarguen, de todos modos si son muy viejos no son muy recomendables para hacer rellenos- durante unos 20 minutos. Los enjuagamos bien con agua y los cocemos al vapor durante unos 10 minutos desde que hierve el agua. Los dejamos enfriar.
Cortamos y picamos la cebolla y la pochamos en una sartén con un hilo de aceite de oliva y una pizca de sal. Cuando está transparente añadimos los tomates –yo no los troceo por ahorrar tiempo- y a medida que se vayan cociendo los vamos partiendo con la cuchara de madera al tiempo que removemos frecuentemente. Pasados unos 20 minutos a fuego moderado, separamos un cuarto de la cantidad, la pasamos por el pasapuré y la reservamos, pues será la salsa con la que cubriremos el calabacín.
Vaciamos cuidadosamente los calabacines con una cucharilla y mezclamos la pulpa con la salsa de tomate, al tiempo que añadimos mejorana, un poco de comino y una pizca de canela. El fuego continúa a fuego moderado cuando agregamos finalmente la picada de los restos del caldo. Cuando esté bien mezclado apagamos, y rellenamos los calabacines y los colocamos sobre una bandeja de horno –o táper-.
Ponemos un poco de la salsa de tomate encima de cada uno, horneamos o metemos en el microondas el tiempo suficiente para que se caliente y ¡listo!
A la picada de ave le podemos añadir ese jamón que se nos ha resecado en la pata –bien picado-, así como los higaditos y las mollejas. También queda muy bueno si lo coronamos con un poco de queso y los gratinamos.
que rico….he llegado a ti a traves de maria jose de la cultura del tupper……me uqedo que hay cosas ricas.besicosmi blog es cocinando en mislares.
¡Hola Marisa!¡encantada de tenerte por aquí!Espero que te gusten las propuestas.¡saludos!