Quizás porque estos días en que el calor aprieta y el cuerpo me reclama trempó (ensalada a base de tomate, cebolla y pimiento, que seguramente he mencionado tropecientas mil veces), echo de menos romper algunas para que bañen en el caldito que deja al final.
También me gusta mucho abrirlas con los dientes (con un cuchillo es trabajo de chinos muy precisos), frotarles un tomate de ramallet y aliñarlas con sal y aceite de oliva virgen extra para comerlas tal cual o con un poco de jamón serrano o anchoas.
¡Ah! y también están buenísimas hechas picadillo en un Cola Cao.
Y no me puedo quejar mucho, porque aquí, en Barcelona, se encuentran fácilmente en los supermercados, pero no me saben igual…
Probablemente, al leer los ingredientes, os llame la atención la sal de cocó. No, no sobra el acento, ni crece en un cocotero.
Cocó es como llaman en Mallorca a las cavidades de forma de palangana que de modo natural se forman en las rocas junto al mar. Estas cubetas naturales se llenan de agua de mar, el sol hace que se evapore, durante la noche absorbe la humedad… así día tras día, hasta que se forman costras de sal cristalizada: la sal de cocó.
50g de harina
250g de harina de fuerza
1 cucharadita de sal
80ml (1/3 de taza) de leche
80ml (1/3 de taza) de aceite de oliva virgen extra
30g de levadura fresca prensada
Hojas de romero fresco (una rama)
Sal de cocó
Mezclamos las dos harinas con la sal en un bol.
Lavamos bien el romero y separamos bien las hojitas de romero y, si queréis las picáis.
Deshacemos la levadura en la leche tibia.
En un lebrillo, introducimos la mezcla de levadura y leche con el aceite y las hojas de romero. A continuación, vamos añadiendo poco a poco la harina al tiempo que removemos con un tenedor de madera. Cuando se forme una pelota y no esté pegajosa estará la masa lista.
Enharinamos la superficie en la que vamos a trabajar y extendemos la masa con el rodillo. Más o menos ha de tener como máximo 1 cm de grosor.
Cortamos circulitos con la ayuda de un cortapastas redondo o con un vasito de chupito.
Las vamos colocando sobre una bandeja de horno que habremos untado en aceite previamente.
Las marcamos con un tenedor pinchando profundamente y, si nos gusta un toque subido de sal, las coronamos con unos granos de sal, apretando un poquito para que, al levar y hornear queden bien pegados.
Dejamos levar durante una media hora.
Precalentamos el horno a 180°, introducimos la bandeja con las galletas y bajamos el horno a unos 140°.
Horneamos durante 30 minutos, hasta que estén doraditas.
Sacamos y dejamos enfriar. Para conservarlas, introducirlas en un bote o caja cerrada de lata.
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Muy original !!Un saludo
Gracias por recopilar todas!!