A mí me gustó la idea de homenajear a mi abuela, pero también a los abuelos en general y, al comentarlo con mi amiga, me dijo que a ella el pancuit le recordaba a su abuelo. Entonces, recordé a mi abuela saliendo del estudio después de toda una tarde pintando, cansada y sin haber pensado nada para la cena. En un plis preparaba esta sopita, que vendría a ser como una sopa de ajo.
En el programa preparamos la receta que propone en el libro que menciono arriba, pero aquí os la dejo con pequeñas modificaciones en cuanto a cantidades y en cuanto al huevo, ya que en la receta original se bate y se mezcla con la sopa antes de servir.
Yo he preferido cuajar el huevo entero, lo cual hace que se aprecie más el sabor a yema mientras se come.
6 dientes de ajo
4 tomates de ramillete (o 2 de pera)
½ tacita de aceite de oliva virgen extra
60 g de pan del día(s) anterior (o galletas de Inca o salaets, picos…)
2 cucharaditas de pimentón
1 ramita de tomillo
Sal
4 tazas de agua
4 huevos
Ponemos el aceite a calentar en una cazuela. Damos un golpe a los ajos con ayuda del cuchillo (basta con que se raje la piel, no hemos de machacarlos) y los metemos en la cazuela.
Mientras los ajos se sofríen, pelamos los tomates y los picamos.
Cuando los ajos ya estén doraditos, agregamos el tomate. Añadimos sal. Removemos de tanto en tanto pegando golpecitos para que se vaya formando una salsita.
Entretanto, vamos cortando el pan en rodajitas finas.
Cuando el tomate esté bien confitadito, añadimos el pan y removemos hasta que el pan haya absorbido toda la salsita. Echamos el pimentón y las 4 tazas de agua. Removemos y, por último, añadimos la ramita de tomillo y esperamos que rompa a hervir.
Pasados 10 minutos desde que ha roto a hervir, será el momento de pochar los huevos. Retiramos los ajos y sus pieles (quizá lo más tedioso de todo el plato), así como la ramita de tomillo.
Cascamos los huevos uno, a uno en una tacita y los vamos añadiendo a la sopa. Bajando el fuego, para que el movimiento de la cocción no los disemine por la cazuela. Cuando la clara haya dejado de ser transparente será el momento de servir, a no ser que no os guste la yema poco hecha, entonces deberéis dejarlos un poco más.