Ayer recibí uno de los regalos que probablemente mas ilusión me haya hecho de los últimos años. Mi tío Jose me recibió en su casa abriendo docenas de erizos de mar recién pescados por él mismo esa misma fría mañana del dos de enero de 2011. Una fecha que seguro no olvidaré.
Y es que, sin lugar a dudas, el erizo es uno de mis frutos del mar preferidos, por no decir el número uno. Y en una cosa coincido con mi tío Jose: a pesar de encantarnos cocinar, con el erizo no admitimos florituras de fogón: enjuagados en agua de mar, un buen vino blanco bien frío y, como mucho, un chorrito de limón. Yo los prefiero «al natural», sin nada; percibir ese sabor iodado que te voltea como una ola y te deja el pelo lleno de poseidónia.
Una mención especial merece también su sopa de Navidad, que este año comimos el día 2, pero que cada 25 de diciembre esperamos con anhelo, incluso con exigencia, toda la família. Está tan buena que hemos instaurado la dictadura de la sopa -sólo un año intentó cambiar el menú y casi hubo un motín familiar-
Mmmmmmmmmm, qué buenos, hace ya tres días y aún retengo su sabor. Por cierto, se te olvidó escribir que esa misma noche tu cena fue un buen plato de la sopa de Navidad de tu tío. Qué gran invento el de los 'tupper'!!!!
ñam, ñam!!! mai ho he provat…