Si hay una guarnición que me chifla en un menú festivo son las cebollitas confitadas, ideales para acompañar una carne, ya que resultan muy dulces y contrastan muy bien.
El caso es que en Navidades no pude resistir a comprarlas, pero luego no se dio la oportunidad de prepararlas.
Tenía abandonado por la nevera un paquete de pasta filo al límite de su consumo que durante algunos días visualicé cuajado de cebollitas, como si de piedras preciosas sin tallar se tratara.
Finalmente decidí añadirle boniato, no sé muy bien por qué, pero el resultado no estuvo mal, sobre todo porque acompañé esta tatín con unas deliciosas anchoas y con un poco de queso Tête de Moine cortado finito que me hicieron disfrutar de lo lindo.
¡Atención! Antes de que leáis la receta, quiero puntualizar que no se trata de la tatín clásica. Vamos, que de tatín solo tiene el nombre y el aspecto final, pues a mi me la recuerda.
1 kg de cebollitas platillo
300g de boniato
1 taza de caldo de ave
50g de mantequilla aproximadamente
3 cucharadas de azúcar moreno
Sal
Pimienta
Nuez moscada
Pelamos las cebollitas pacientemente.
Agregamos el caldo, removemos y tapamos. Las dejaremos cocer a fuego lento durante unas 2 horas. En ese tiempo, fruto de la condensación habrá aumentado el caldito. Retiramos la tapa, subimos el fuego a medio y hervimos durante unos 10 minutos, hasta que haya desaparecido casi en su totalidad.
Pelamos el boniato, lo cortamos en cubitos y lo lavamos.
En una sartén, derretimos otros 10g de mantequilla y salteamos el boniato con un poco de sal y nuez moscada durante unos 5 minutos removiendo para que no se tueste, ha de estar terso, pues se terminará de cocinar en el horno.
Engrasamos un molde de quiche, de los que tienen la base desmoldable. Humedecemos un trapo y derretimos en el microondas (unos 30 segundos) el resto de la mantequilla en un cuenco.
Extendemos las hojas de filo sobre la mesa de trabajo. Cogemos la primera, la colocamos rápidamente, pero con cuidado de no romperla, sobre el molde y tapamos el resto con el trapo húmedo.
Con un pincel pintamos la superficie de la masa filo y doblamos hacia el centro las esquinas y extremos que sobresalgan del molde, volviendo a pintarlas por el lado que no lo está.
Colocamos una segunda hoja de masa filo y repetimos toda la operación anterior, así hasta que sumemos 5 capas.
Escurriendo bien el posible caldito de las cebollas, las colocamos con cuidado para que no se deshagan sobre la base de pasta filo, dejando huecos donde, a continuación, colocaremos el boniato.
Horneamos durante unos 20-30 minutos.
La podemos servir tibia o a temperatura ambiente, pero mejor el mismo día, ya que al día siguiente ya no estará tan crujiente.