A pesar de que cada vez que en casa de mi abuela había pato con aceitunas irremediablemente me había quedado con un plumífero amigo menos del gallinero, nunca perdí el gusto por este plato. Y es tremendamente curioso, pues las aceitunas trencades –golpeadas y aliñadas con ramas de hinojo, guindilla y otras hierbas- no me atraen en absoluto, por su fuerte y amargo sabor.
En la actualidad, no sé si en recuerdo de aquella pata blanca que venía a saludarme por las tardes al llegar del colegio, lo preparo la mayoría de las veces con los cuartos traseros del pollo –ahora que pienso, obviamente esto es un cuento chino, el magret me chifla-
No escatimo con las aceitunas ni con la cebolla para que haya salsita abundante, ya no para mojar pan, sino para que sea absorbida por un arroz basmati o cuscús que me acerca un poco más a esos maravillosos tajines a base de aceitunas y limones en salmuera de la cocina marroquí.
Hace poco me llegó –gracias mamá- un buen bote de olives trencades –junto con más cositas que no enumeraré ahora- así que, con la tregua de las temperaturas, me he animado a prepararlo, esta vez con una pequeña variante: he añadido berenjena.
Al abrir el bote de aceitunas, además de ajo, guindilla y el hinojo encontré alguna ramita de mejorana, la cual no pude evitar añadir al guiso.
Para 2 personas
2 cuartos traseros de pollo pequeños
1 berenjena
190 gr de aceitunas trencades (en caso de no tener una madre que viva en Mallorca, se podrían sustituir por unas aceitunas verdes aliñadas fuertes de sabor)
2 cebollas medianas
1 cucharadita de pimienta en grano
1 hilillo de aceite de oliva virgen extra
Sal
Cortamos la berenjena a daditos y las salamos abundantemente y las ponemos en un colador para que vayan soltando el agüita amarga.
Cortamos la cebolla en juliana fina y reservamos.
Ponemos a calentar en una cazuela el aceite de oliva. Doramos el pollo a fuego vivo y, sin apagar el fuego, lo reservamos en otro recipiente. Inmediatamente, tiramos la cebolla en la cazuela, removemos y bajamos a fuego medio. Mientras se va rehogando, escurrimos las aceitunas y las deshuesamos.
Cuando la cebolla esté transparente, añadimos las aceitunas y los granos de pimienta. Removemos.
Enjuagamos las berenjenas, escurrimos bien y añadimos a la cazuela. Mezclamos los ingredientes y, acto seguido colocamos los trozos de pollo encima. Tapamos la cazuela y dejamos cocer entre 20-30 minutos acordándonos de remover de vez en cuando.
En caso de que la berenjena o la cebolla haya soltado mucha agua, pasado ese tiempo, podemos retirar el pollo y dar un golpe de calor hasta que quede más “trabada” la salsita.
Personalmente, me gusta encontrarme los trozos de aceituna, lo cual ofrece “altibajos de sabor”, pero para conseguir una tonalidad uniforme de sabor, se puede pasar la salsa por la batidora o pasapuré. Cuestión de gusto.