La vida dolça

 

Para mí, que llevaba una vida alejada del casco antiguo de Palma, el Forn de Ca’n Miquel de Sa Pelletería fue todo un descubrimiento. De hecho creo que conocí a su propietario, Miquel Pujol, un tiempo antes, durante un evento en el que él aportó una coca de cebolla con pasas y piñones.

No tardé mucho en traspasar el umbral de la puerta de su horno, una vuelta al pasado auténtica, sin artificios. Al entrar olía a harina y a manteca -no al pan recién horneado aunque sean las seis de la tarde de las mal llamadas panaderías que sirven pan precocido- y, con un poco de suerte podías pillar a Miquel con las manos en la masa sacando del impresionante horno de tres metros de diámetro –una joya histórica por sí mismo- una dorada porcella –lechón-

Pues bien, en 15 días los vapores de las cocas de verdura, ensaïmades y cremadillos dejarán de inundar la calle Pelletería de Palma, pues su propietario y maestro se jubila y el comercio que, según la documentación, ha permanecido abierto desde 1595, cerrará sus puertas definitivamente.
Y ahora viene lo más importante de este post. La periodista Marta Alonso quiere recoger ese trocito de la historia palmesana en un documental, La vida dolça.

Para financiarse, y bajo el lema Pon tu granito de azúcar, ha recurrido al crowfunding (micromecenazgo).
Además, para motivar –más si cabe- a los posibles mecenas ofrece incentivos que van desde recibir el DVD y entradas para el estreno (13 euros), una visita al horno con cata de ensaïmada (30 euros), un taller para aprender a hacer cremadillos (50 euros) a una cena a base de porcella (100 euros 2 personas).

¿No os parece genial?

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