Nunca deja de sorprenderme esa costumbre que tiene una gran mayoría de mallorquines, cuando van de viaje, de meter una bolsa de galletas de Inca -o Quelitas o galletes d’oli o galletes marineres– «por si acaso nos entra hambre», «por si la comida no nos gusta»…
De niña, junto con mis primos, abríamos una bolsa y rara vez la volvíamos a cerrar sin que faltase más de la mitad de esas galletas saladas que se comercializan en la Península bajo el nombre de «panecitos».
La marca por excelencia -o más conocida- es Quely, presente más allá de Mallorca y cuyo producto estrella, a nivel nacional e internacional -curiosamente-, es la galleta picada para rebozados, más cara que el pan rallado pero con un resultado a años luz en cuanto a textura y sabor en las croquetas y bistecs empanados.
Me regocijo cuando cojo una galleta más tostada de lo normal; disfruto estrujándolas en mil pedacitos en el Cola-Cao o en el suquet del tumbet -ensalada de verano a base de tomate, cebolla y pimientos rubios-, untándolas con sobrassada o abriéndolas por la mitad, restregandolas con tomate de ramallet y regándolas con un buen chorrito de aceite.
El caso es que las marcas, a la clásica galleta -antes producto de larga duración orientada los grandes trayectos marítimos- le han dado una vuelta de tuerca más allá de las variantes integrales surgidas hace años.
Y hace ya tiempo que quería dedicarle un post a las galletes marineres con romero de Gori de Muro, una edición de «lujo» con elegante estuche, que me gusta para acompañar el queso, especialmente el Stilton o variedades azules.
En mi reciente visita a Mallorca me vi buscando, cual coleccionista, las nuevas variedades de Quely Snacks, las galletas de siempre pero condimentadas: queso parmesano, picantes -de verdad-, curry, olivas negras, pipas de girasol…
Así que finalmente el post se ha convertido en un particular maridaje de galletas -de Inca, marineres o d’oli– con estas nuevas variedades.
Mezclamos queso tierno de cabra con un hilito de AOVE, unas gotas de limón, pimienta negra molida y menta fresca picada.
Mezclar harina de garbanzos con agua y enfriarla bien en la nevera hasta el momento de utilizarla y salarla antes de rebozar son la clave de esta tempura.
A veces no sé que hacer con el aceite de oliva de las anchoas… ¿por qué no rehidratar unos tomates secos?
Estas galletas con romero realzan los quesos azules: Stilton, Roquefort, Idiazabal…
Cortamos la sobrassada en rodajas gruesas y las pasamos por harina (una fina película) las ponemos sobre una plancha a fuego lento para que se forme una costrita crujiente.
Mmmmmmmm qué ricas, y de los apuros que nos sacan las jodías!!!
tienes razón, Cristina, son un basico en la despensa como los huevos